sábado, 16 de abril de 2011


MÁS CELULOSA en el URUGUAY 
Seguram
ente muchas personas que no son afectas al modelo celulósico votaron al FA, y en particular a José Mujica.
Ahora el Gobierno está dando una lucha a brazo partido, cuya mayor parte seguramente se produce entre bambalinas, pero que aflora periódicamente, para que dos nuevas plantas se instalen en el país.
"En la punta" para largar:
        Stora Enso-Arauco (el mayor latifundio en el país hoy, con 255 mil hectáreas) y
        Portucel.
Y como ambas amagan con las dudas sobre si instalarse o no, el encargado del asunto por parte del Gobierno,  Roberto Kreimerman, Ministro de Industria, se reúne con ellas (11/ 3).
¿Para que?
Formalmente son intercambios previstos para dilucidar aspectos técnicos.
Pero algunos desconfiados (seguramente paranoicos) nos sospechamos que negocian aún más ventajas impositivas, de infraestructura, etc.
Como si las exenciones casi totales que disfruta UPM-ex Botnia no bastaran.
El precio internacional de la celulosa no para de subir.
Ayer vimos en alguna parte la noticia de que alcanza casi los 800 dólares la tonelada.
En el trabajo que hicimos hace un par de años con Gustavo Melazzi, que se puede consultar en la página www.rediu.org "Cuanto ganará Botnia" partíamos de un precio de venta de la celulosa de 700 dólares la tonelada.
Y las ganancias nos daban como 350 millones de dólares anuales.
En el caso de BOTNIA, la concesión de la zona franca establecía un canon sobre ventas del 5%, lo cual implica con los actuales precios y producción aproximadamente un aporte al fisco de 40 millones de dólares.
Ahora, con esta lucha que está librando el actual gobierno, no sabemos si este modestísimo aporte, muy inferior en términos porcentuales a los impuestos que pagan cualquier empresa pequeña o mediana sobre sus ganancias, no será lisa y llanamente eliminado.
Porque, se sabe, estamos compitiendo con otros subdesarrollados (ahora se habla de Mozambique) por las codiciadas inversiones extranjeras.
O sea, el actual modelo económico se profundiza.
El fundamento del mismo es simple: más inversiones significan más actividad económica, con su correlato de empleo, eventualmente recaudación fiscal, etc.
Y en el corto plazo, esto es cierto.
La construcción de las plantas demandará varios miles de trabajadores.
Después, ya se sabe lo que pasa.
Vienen las ciudades y pueblos fantasma, con altísimos índices de desempleo, fruto de la migración de trabajadores que quedan "varados" cuando la obra se completa.
No hay transferencia de tecnología.
A modo de ejemplo, después de la construcción de BOTNIA, que demandó grandes cantidades de soldadura en titanio, para lo cual hubo que traer trabajadores de Europa, sigue sin haber en el país gente que sepa soldar titanio.
Mucho nos tememos que la instalación en Rocha y Punta Pereira de las próximas pasteras generen nuevas plantaciones masivas de eucaliptus.
Alcancen o no el millón de hectáreas que hay plantadas hoy, de todas formas hay un mercado para la exportación de rolos o chips sin procesar, que se sumará a las necesidades de las dos nuevas plantas.
El terremoto de Chile ha aumentado la euforia celulósica en el mundo.
El riesgo que implica ese país desde el punto de vista físico, que ninguna política neoliberal puede reducir hace aún más atractivas las inversiones en países como el nuestro.
Entonces, mucho nos tememos que dos departamentos sede de cuencas lecheras y de extensas áreas ganaderas intensivas de carne se vean sembrados de más eucaliptus.
En particular Colonia, hasta ahora relativamente virgen sentirá una dura presión en ese sentido.
Se desplazará, por tanto, más producción ganadera, hortícola y frutícola, con su correlato de fuentes de trabajo, en aras del desierto de los eucaliptus.
Y se profundizará la dependencia del país de la exportación de materias primas indiferenciadas, también conocidas como "commodities".
Todo lo contrario de lo que se  propagandiza como objetivos del gobierno.

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